José Luis Andavert es un hombre sencillo. Cuando le miras ves a tantos José Luis iguales y distintos a él en cualquier ciudad de cualquier país donde habites. Es el Director General de la Sociedad Bíblica de España desde 1986, posee altos estudios teológicos. Cursó estudios de Teología en la Universidad de Melbourne y en Rüschlikon, Zúrich, donde se licenció en Teología e inició los estudios de doctorando. Es máster en Teología y Ciencias Bíblicas y cursó estudios y tiene formación en Teoría y Práctica de la Traducción. Pastor y miembro de la Primera Iglesia Evangélica Bautista de Madrid. Es el responsable de la traducción de la Biblia La Palabra, el Mensaje de Dios para mi, en sus dos versiones: Ibérica y Latina.
NP: ¿Cuándo fue que nació este amor tan profundo por la Biblia?
JLA: Como cualquier otro niño de la iglesia fui criado a los pies de Reina Valera y en el amor por la Biblia. Supongo que mis primeros pasos serían con la revisión de 1909, la Biblia que usaba mi padre. De aquella Biblia fueron los primeros versículos que aprendí en la Escuela Dominical. Recuerdo con cierta nostalgia y especial cariño aquella época de mi vida. Toda una etapa primera de infancia y adolescencia marcada por la lectura y memorización de textos bíblicos que formarían en nosotros carácter cristiano. ¡Cuánto agradezco a Dios la labor dedicada, domingo tras domingo, de mis maestros en la iglesia quienes marcaron en mí la huella del evangelio! Crecí apreciando y amando la palabra de Dios. Un amor que siempre ha ido in crescendo, y cuanto más me adentro en ella, más respeto y querencia suscita en mí. Ya en mi juventud seguí apegado a mi Biblia, Reina Valera, por supuesto. En realidad era prácticamente la única usada por los evangélicos en la España de la época.
NP: A pesar de que no era común como hoy en día tener tantas versiones de la Biblia a la mano, algo lo hizo pensar en traducciones distintas a la Reina Valera ¿cuál fue esa experiencia que tanto lo marcó?
JLA: Mi primer encuentro con otro texto fue cuando una misionera muy querida, June de Mcnelly, ofreció darnos clase de inglés a un pequeño grupo de adolescentes. Teníamos como libro de texto el Nuevo Testamento, Good News Translation, que llevaba por título: “Good News for Modern Man”. Se trataba de la primera traducción en equivalencia dinámica en lengua inglesa realizada por Sociedades Bíblicas bajo la dirección del maestro, y en buena medida pionero, de la ciencia de la traducción en tiempos modernos, Eugene Nida. Fue un texto antecesor y al estilo de la conocida traducción en español “Dios Habla Hoy”.
Recuerdo que aquí surgieron mis primeras dudas y preguntas. Teníamos que traducir del inglés al español pasajes del NT y claro, no coincidía nuestra traducción con el texto de Reina Valera. ¡Cómo puede ser que sea diferente un mismo texto si es la palabra de Dios! Ya entonces nuestra profesora nos explicó que una misma cosa podía decirse de formas distintas para una mejor comprensión y que el texto griego podía traducirse de modos diversos en distintas lenguas y niveles de traducción. Nos puso un ejemplo que hasta el día de hoy va conmigo y lo repito por claro y sencillo.
NP: ajá… no era tan dócil aquel joven aventurero (risas)
JLA: Es cierto. Mira por ejemplo, el mismo que mi profesora nos daba. En inglés decimos “how old are you” que literalmente es “cuan viejo eres tu”. Si así traducimos en español ofendemos a quien preguntamos la edad. Es una traducción literal, pero no comunica el mensaje con fidelidad y sensibilidad cultural. En español decimos: “cuántos años tienes”. Usamos palabras distintas, incluso menos palabras pero ese es el sentido de la frase en inglés. La idea es preguntar la edad y traducimos la idea, no las palabras.
En definitiva nuestra profesora nos decía que traducir es comunicar el sentido con las palabras que transmiten adecuadamente el mismo mensaje de una lengua a otra. Esta lección, que me ha acompañado toda la vida, me ayudó a no sacralizar una traducción concreta de la Biblia, en este caso, Reina Valera.
NP: Muy claro. ¿allí fue que pensó en dedicarse a las traducciones bíblicas?
JLA: Nada más lejos. Aquello que comencé a descubrir en clase de inglés, lo experimenté tiempo después cuando con 20 años, en 1974, me trasladé a vivir a Australia y especialmente cuando inicié estudios teológicos en la ciudad de Melbourne. Me llamó la atención que allí los creyentes usaban diversas traducciones, lo cual enriquecía el estudio de la Biblia. Tres años más tarde, ya en la facultad de teología en Suiza y durante cinco años, me adentré en los estudios bíblicos, en las lenguas originales de la Biblia y en la teoría y práctica de la traducción. Fue allí donde mis profesores, con rigor académico y piedad cristiana, me enseñaron en clase de hebreo, griego y exégesis, que efectivamente toda traducción es una interpretación del texto que requiere de habilidades hermenéuticas y exegéticas así como de la ayuda de otras ciencias en un trabajo interdisciplinar, con el fin de traducir apropiadamente el sentido más preciso de una lengua a otra. También aprendí que la literalidad no es siempre sinónimo de fidelidad y que la diversidad de las lenguas en estructura y vocabulario permite un amplio abanico de posibilidades a la hora de traducir.
NP: Sin embargo, el apego a la Reina Valera es muy fuerte. Al menos a la mayoría les pasa, ven a la traducción del 1960, por ejemplo, como la única posible.
JLA: Mi propio itinerario de vida marcado por la Biblia no deja lugar a dudas de mi profundo aprecio por la traducción Reina Valera, una traducción a la que sin duda muchos creyentes evangélicos nos sentimos emocionalmente vinculados, al punto de que cuando leemos otra traducción nos parece “menos Biblia”. Y es que entre el lector creyente y el texto de uso habitual se genera con el tiempo un vínculo emocional de complicidades difícil de superar. Esta es una de las razones por las cuales para tantas personas les es difícil usar otro texto que no sea Reina Valera. En muchos casos estas mismas personas descalifican otras traducciones con diversos argumentos, por haber pasado de tener un texto preferido sentimentalmente a sacralizar ese mismo texto y decir que es la única traducción válida e incluso comparar toda otra traducción con Reina Valera para ver si pasa la prueba de validez. En mi camino yo, que tengo un vínculo emocional con Reina Valera, me he encontrado y aprecio otras traducciones que mucho me han ayudado a comprender el mensaje del reino. Por ello, hoy, cuando reflexiono sobre traducción de la Biblia lo hago no solo desde la academia, sino desde un caminar lleno de experiencias que me ha llevado de forma natural de Reina Valera a La Palabra. Un itinerario que me ha conducido ineludiblemente al reconocimiento de la necesidad de diversas traducciones para cada generación dado que la lengua evoluciona y adquiere diversos matices y significados con el paso del tiempo, pues el lenguaje es algo vivo que cambia, se transforma, de generación en generación. Necesitamos traducciones que en el día de hoy hablen no solo al creyente de años afincado a un texto clásico, sino a jóvenes y a gente “de la calle” no vinculado eclesialmente y sin vocabulario religioso.
NP: Muchas gracias doctor por su tiempo, lo comprometemos para otra charla de estas más adelante.
JLA: Ya no me digas doctor, que van a pensar que traigo un estetoscopio en el cuello. Aunque podríamos usarlo en la próxima charla para profundizar sobre este apasionante tema de traducciones bíblicas.
Más información sobre la Sociedad Bíblica de España y la biblia La Palabra: www.LaPalabra.com
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