Por: Shannon Popkin y Lee Nienhuis.
Desde nuestra más tierna infancia, la mayoría de nosotras nos pasamos el día intentando ser una persona sin ningún defecto. Cuando nos sentimos disminuidas o expuestas, nos cubrimos y escondemos. Y si finalmente damos la talla, nos perdemos en el perfeccionismo, la independencia y el orgullo. O tal vez renunciamos a la esperanza de encajar y nos juntamos con las chicas «raras a propósito», las que están tan hartas de no dar la talla que deciden no molestarse en encajar.
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