A las 5:30 de la mañana, el 16 de julio de 1945, una luz más brillante que la de mil soles iluminó las desiertas arenas de Nuevo México. Un científico, al observar el fenómeno, dijo llorando: “¡Dios mío, hemos creado el infierno!”. A partir de ese día nuestro mundo no ha sido el mismo. Entramos en una nueva era de la historia, ¡tal vez la última!…
¿Qué me depara el futuro? ¿Qué necesito para sobrevivir a la agitación del día a día, al caos económico y al peligroso clima político mundial? ¿Por qué el ser humano no puede experimentar ni vivir la verdadera paz? ¿Por qué el trabajo, las relaciones y nuestras actividades diarias nos dejan tristes, vacíos e insatisfechos?
Hoy nuestro mundo es un vecindario común. Se puede llegar físicamente a cualquier parte en un vuelo de pocas horas, y en pocos segundos por las ondas inalámbricas. Esta accesibilidad aumenta la difusión de las tensiones y disensiones. De modo que cuando estallan los fuegos de la guerra y la rebelión, estos saltan las fronteras nacionales y las diferencias culturales para convertirse en conflagraciones mayores. Todo el mundo está lleno de revueltas, demostraciones, amenazas, guerras y una rebelión contra la autoridad que amenaza a la misma civilización.
Una y otra vez nos preguntamos: ¿Por qué? ¿A qué se debe? ¿Qué le ha sucedido a nuestro mundo? ¿Qué podemos hacer?
Algunos economistas suponen que la causa de que el mundo esté revuelto y en caos se halla en las desigualdades económicas y dicen que, redistribuyendo la riqueza resolverá los problemas.
Algunos diplomáticos suponen que la causa de la tensión mundial es política, y dicen que si pudiéramos lograr la buena voluntad y la amistad entre todas las naciones resolveríamos nuestros problemas.
Algunos educadores suponen que la causa de la tensión mundial reside en la falta de conocimientos de la ciencia y la cultura. Dicen que si educáramos a todos los hombres vendría la paz al mundo.
Los sociólogos suponen que el medio ambiente malo es el que produce males y problemas.
En realidad, algunos de los problemas sociales más grandes que enfrentamos se hallan en las zonas más ricas del mundo. Aceptemos que se trata de algo más profundo que todo lo mencionado.
El hombre es lo que la Biblia dice que es. Se comporta exactamente como la Biblia dice que lo hará. Esta rebeldía contra Dios comienza cuando, en un acto de afirmación de la voluntad propia, nos rebelamos contra la ley divina. En esa experiencia arruinamos la imagen divina y nos alejamos de Dios, y así comenzamos un curso de acción que produce costumbres y culturas saturadas de crimen, ambición, odio, codicia y guerra.
Usted y yo estamos más preocupados por las cosas materiales. Nuestro dios supremo es la tecnología; nuestra diosa es la sexualidad. A muchos les interesa más llegar a la Luna que llegar al Cielo. Estamos más preocupados por la conquista del espacio que por la conquista de nosotros mismos. Estamos más dedicados a la seguridad material que a la pureza interior. Pensamos mucho más en lo que vestimos, lo que comemos, lo que bebemos y cómo descansar, que en lo que somos. Esta preocupación por las cosas periféricas se aplica a todas las esferas de la vida.
Al compartir su testimonio, el reconocido evangelista y autor, Billy Graham dijo: “¡Qué perspectiva! ¡Qué futuro! ¡Qué esperanza! ¡Qué vida! No cambio mi lugar por el de la persona más rica e influyente en la tierra. Prefiero más bien ser un hijo del Rey, un heredero junto con Cristo, un miembro de la Familia Real Celestial. Sé de dónde vengo; sé por qué estoy ahora aquí; sé a dónde voy. Tengo la paz de Dios en mi corazón, y su paz inunda completamente mi alma”. Esa misma paz puede ser suya ahora mismo por medio de Jesucristo.
¡Respuestas bíblicas de esperanza! es lo que usted puede adquirir por medio la lectura de cada uno de los cinco libros clásicos del evangelista Billy Graham. Estos libros han inspirado a muchas personas. Estamos seguros de que lo mismo hará con usted hoy.
Willy Franklin “Billy” Graham ha predicado el mensaje de esperanza a más personas que nadie en la historia.
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Publicado por Editorial Mundo Hispano
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