La Palabra, el mensaje de Dios para mí es la nueva traducción de la Biblia auspiciada por la Sociedad Bíblica de España – Sociedades Bíblicas Unidas. Se presenta en dos versiones diferenciadas por el uso del español propio de España y de Hispanoamérica. La traducción está teniendo una muy buena acogida según va siendo conocida por creyentes e iglesias de todo el espectro evangélico en España y América. La primera edición, lanzada en 2010, fue de 60.000 ejemplares. En estos momentos está en producción una segunda edición en la que ya se han corregido erratas y, teniendo en cuenta las reacciones de los lectores, se han introducido algunas notas que dan razón de la traducción de algunos pasajes concretos. Además, se han incluido también, en algunos modelos, un amplio vocabulario bíblico y mapas a color.
El texto en su contexto
Dicen algunos lingüistas y traductólogos que traducir es una tarea imposible. Sin llegar a ese extremo, sí es cierto que traducir no es tarea fácil. La religión cristiana es una religión traducida. Nace en Oriente, con mentalidad semítica, de matriz judía –otra religión–, con pensamiento, usos y costumbres muy diferentes de los del Occidente de aquella época y, por si fuera poco, han pasado dos mil años desde su nacimiento hasta el día de hoy.
Poco después de su nacimiento, el cristianismo comienza a ser “traducido”, pues tiene vocación universal. En primer lugar, de los judíos llega a los “gentiles” (de lo que dan testimonio las mismas Escrituras), se difunde por el imperio romano y traspasa fronteras. En este proceso se va traduciendo y cala por dondequiera que pasa, a pesar de todas las distancias: temporales y espaciales, lingüísticas y culturales. Es que el Dios cristiano que se hace presente en la persona de Jesucristo, se “traduce” a toda persona y lugar, porque se identifica con la realidad más profunda de todo ser humano, sin distingos de ninguna clase y sin perder, en ese proceso, la esencia del mensaje divino.
Al hablar de la traductibilidad de la religión cristiana hemos de hablar irremediablemente de la traductibilidad del libro de esa fe, la Biblia: la Palabra de Dios en palabras humanas. Ella nos comunica el mensaje del Reino de Dios, fundamentado en la vida (incluidos hechos y palabras), muerte y resurrección de Jesús el Cristo. En fin, la Biblia, como Palabra de Dios, es el testimonio fidedigno de la Palabra encarnada, Jesucristo.
El reto al traducir la Biblia es traducir no solo palabras sino sentidos y significados. Por eso, toda traducción es una interpretación, expresada en otra lengua, del sentido que el texto tiene en el idioma fuente. Este proceso encierra muchas dificultades y tiene muchas implicaciones, pues lo que se busca es que el lector comprenda el mensaje original. Aquí están incluidos conocimientos no solo de gramática, sintaxis y morfología (de las lenguas originales y de la lengua receptora), sino también de lingüística, semántica, antropología cultural, sociología, hermenéutica aplicada a la traducción, teología bíblica y ciencias bíblicas en general. Siendo este un ejercicio académico realizado con “temor y temblor”, pues tratamos con la Palabra de Dios, debemos hacerlo con todo rigor y honestidad int electual. Y debe hacerse sin perder la esencia del mensaje. Para ello confiamos en la dirección del Espíritu Santo.
En La Palabra, el mensaje de Dios para mí, los traductores han tenido en cuenta todos estos aspectos, a fin de ofrecer la mejor traducción posible al lector de habla hispana del siglo XXI. En próximos artículos de esta serie analizaremos cómo se han traducido diversos pasajes de especial interés para los creyentes. Entre tanto, esperamos que sigan disfrutando de la lectura de La Palabra y que nos hagan llegar sus impresiones.
La Palabra está disponible en la Sociedad Bíblica de su país. Más información en www.biblialapalabra.com
José Luis Andavert
Sociedad Bíblica de España
Sociedades Bíblicas Unidas
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