El Paso, Tx., 21 de octubre de 2024 — El historiador, teólogo y escritor cubano, Justo L. González compartió la importancia del culto en su vida y ministerio a un grupo de líderes. De allí surgió el libro “Cielos y tierra le alaban” publicado por la Editorial Mundo Hispano cuyo subtítulo es “apuntes sobre culto cristiano” donde el autor vuelca su conocimiento, su experiencia personal y esboza una liturgia basada en detalles que entiende se pierden muchas veces en las celebraciones congregacionales y que valen la pena recuperar.
“Debo advertir que en las páginas que siguen no se ofrecerá bosquejo alguno de lo que deberían ser todos los puntos principales del culto, ni tampoco del orden que deberían seguir”, lo que hace de la lectura una experiencia propia de cada lector en relacionarse con el Creador. “Este pequeño libro,—dice el autor— no pretende ser un manual o guía para el culto. Tampoco es una discusión acerca de cómo debería celebrarse el culto. Lo que busco es más bien llamarnos la atención hacia algunas dimensiones del culto que frecuentemente hemos olvidado y que bien pueden enriquecer nuestro culto y el de toda la iglesia”.
González plantea que su propósito al escribir este libro es llevar al lector a pensar en “la dimensión comunitaria del culto cristiano”, pensarlo como el culto en la tarea de un real sacerdocio establecido por Dios, cómo responder a las llamadas “guerras de adoración” y la dimensión reconciliadora del culto.
Recorriendo la historia bíblica, Justo L. González descubre cómo desde la instauración posterior a la última cena de Jesús, la iglesia primitiva propuso el día de comunión cada domingo. Pero lo que rescata no es tanto el día, sino la esencia. “Los cristianos se reunían cada primer día de la semana para partir el pan y allí recordar, conmemorar y hacerse partícipes, por una parte, de aquella última cena del Señor con sus discípulos, y partícipes también de su muerte y resurrección; y, por otra parte, para recordar, conmemorar y en cierto anticipar el gran banquete de las bodas del Cordero, el día de la gran cena final, el reino de Dios. Lo que es más, aquellos antiguos cristianos estaban bien conscientes de que no solamente se unían al Señor, sino que al unirse a él se unían también a todos aquellos otros en cualquier parte del mundo que eran parte del mismo cuerpo de Jesucristo. En aquella comunión cada domingo no se oraba solamente por los enfermos de la congregación, sino también por todos los creyentes en todas las congregaciones en cualquier parte del mundo, así como por el resto de la creación. En una palabra, cada domingo era día de comunión; y cada servicio de comunión era servicio de comunión mundial”.
Lo verdaderamente importante para el autor es por qué hacemos lo que hacemos en relación a nuestra forma de rendirle adoración a Dios. Y reflexiona en que “si siguiéramos las pautas de la iglesia antigua, todo servicio de comunión debería ser un servicio de comunión mundial; y todo Día del Señor —todo domingo— debería ser día de comunión”.
Pero esto es sólo el comienzo de un despliegue de apuntes, comentarios y pensamientos que buscan la esencia y el significado de rendirle culto al Creador de todo lo que existe. “Cielos y tierra le alaban” es más que un simple libro, es el comienzo de un camino de ser partícipes de un culto mucho más grande que incluye a la iglesia toda (presente, pasada y futura) y a los ángeles y arcángeles que acompañan a Dios en la eternidad.
Más información en: www.editorialmh.org
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