El 2015 es un año de importancia para la Argentina, ya que tendremos elecciones de autoridades en los diferentes niveles de gobierno en todo el territorio nacional. También celebraremos elecciones presidenciales, luego de 12 años compartidos por la presidencia de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
Sin lugar a dudas, la paz es esencial en la elección de un nuevo gobierno como así también en el período de transición gubernamental. La paz de toda una sociedad es condición básica en la pretensión de crecimiento y desarrollo de toda nación. Recordemos las palabras del apóstol Pablo a Timoteo en 1 Timoteo 2:1: Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna. Pablo recomienda hacer oraciones por los que nos gobiernan, sin importar ideologías políticas, para vivir reposadamente y en quietud, que no es otra cosa que vivir en paz. Como muchos sabemos, la palabra “paz” en hebreo es shalom, que significa: “Nada entre nosotros”. Nuestra oración debe generar que ya no vuelva a haber nada entre dos argentinos, que no haya ningún tipo de enfrentamiento. Sin importar el motivo, ya sea económico, social, político o ideológico, que no haya barrera que nos separe. Debemos echar fuera todo espíritu de división en Argentina.
La palabra shalom también incluye la idea de perfección, completitud, seguridad, fortaleza, salud, prosperidad, abundancia. Como te darás cuenta, esto es todo lo que necesita una nación para crecer. Nuestra oración unida será esencial para que Argentina encuentre caminos de paz en este año.
También necesitamos experimentar la paz en la vida diaria, en el ámbito personal. La paz llega al estar en paz con Dios.
Dice Colosenses 1:20: … y, por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz. Desde el pecado de Adán hasta la venida de Jesucristo, ningún ser humano era bueno, justo ni digno de ir al cielo; pues todos habían pecado y estaban destituidos de la gloria de Dios. Había una gran separación entre el Señor y el hombre. Por lo tanto, había que hacer las paces entre Él y la raza humana. Por eso, Dios envió a su Hijo y este, al derramar su sangre, trajo paz (shalom) y quitó y arrancó el pecado que había en nosotros, nos perdonó y nos limpió con su sangre, haciéndonos aptos para entrar en la presencia del Padre. Ahora no hay nada que nos separe de Dios, por ese motivo tenemos paz. La paz es una persona y esa persona es Jesús que nos permite declarar que Cristo es nuestra paz. La paz definitivamente no es un estado de abstracción o misticismo, ni tampoco está condicionada a ciertas circunstancias. La verdadera paz no depende de ningún agente externo. Si fuera así, estaríamos hablando de tranquilidad y no de paz. La paz es Jesús. Isaías lo llama proféticamente: Príncipe de paz. Buscar la manifestación de Jesús es encontrar la paz.
En estos 40 días tenemos que impartir la paz en todo lugar donde estemos
Lucas 10:6 dice: Si hay allí alguien digno de paz, gozará de ella; y si no, la bendición no se cumplirá. Este pasaje nos muestra que la paz es una experiencia espiritual que se imparte. No dudes un instante en dar la paz que está en ti. Conviértete en un “agente de transformación”.
En estos 40 días tenemos que manifestar la paz en nuestro estilo de vida
Que la paz pueda permear todas nuestras relaciones interpersonales, empezando por nuestros hogares y continuando con nuestros vecinos y lugares de trabajo.
En estos 40 días tenemos que convertirnos en hacedores de paz
Romanos 12:18 declara: Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.
Desde una altura de 320 kilómetros, Christian Hadfield, astronauta canadiense y comandante de la Estación espacial internacional, dijo: “No se distinguen las fronteras desde aquí arriba”. Aunque los seres humanos trazamos muchas líneas para separarnos los unos de los otros, por color de piel, posiciones económicas, filosofías de pensamiento, desarrollos intelectuales, etc., para Dios “no hay divisiones”. El secreto de la vida tiene que ver con aprender a amar. La paz nos hace acercarnos a nuestros hermanos sin ninguna pared que nos divida o separe. La paz surge en cada uno de nosotros a través del fruto del amor, pues ya no estamos buscando nuestro propio bien, sino el de nuestro hermano. Esto trae paz a nuestro interior porque es la voluntad de Dios cumpliéndose en nuestras vidas. El deseo del Señor es que hagamos el esfuerzo de restaurar las relaciones rotas. Él nos ha dado un ministerio de restauración, ya bastante tiempo Satanás nos ha destruido como para que lo sigamos haciendo entre nosotros. Si el amor de Dios ha hecho alguna diferencia, que esta se vea en nuestras relaciones.
Alguien dijo: “Al verlo de lejos, pensé que era un fantasma; al acercarme, vi que era un ser humano; y al estar al lado, comprobé que era mi hermano”. Sin duda, todo fantasma se disipa al acercarnos a nuestro prójimo en amor. La manera en la que resolvamos nuestras diferencias marcará nuestra madurez espiritual.
Tenemos que saber que romper las relaciones de amor que debe haber entre hermanos se convierte en un mal testimonio para los inconversos. Pablo decía que se avergonzaba de la manera en la que los corintios resolvían sus problemas entre hermanos (1 Corintios 6:5-6).
Si es posible: El énfasis está en no rendirnos. Hagan todo lo posible por reconciliar; mientras haya un hilo de esperanza, reconcilien.
En cuanto dependa de ustedes: No podemos controlar las reacciones de los demás pero si nosotros entendemos los beneficios de reconciliar, debemos tomar la iniciativa. No importa quién tenga la razón, yo tengo que dar el primer paso a la reconciliación. No abandones, toma la iniciativa. Porque fuiste llamado a ser un pacificador.
La paz trae victoria a nuestras vidas. Romanos 16:20 dice: Muy pronto el Dios de paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes. Sepamos que Satanás está en todo lugar de conflicto, enfrentamiento y división. Los conflictos son la herramienta del diablo para quitar la paz. Dice claramente: elDios de paz, no el Dios de guerra, no el Dios de fuerza o batalla. Siempre que estemos del lado de la reconciliación y de la paz, Satanás no tendrá lugar y será derrotado.
Comencemos estos 40 días con una firme decisión de ver al Dios de paz obrar en nuestras vidas, en nuestros hogares y en nuestra querida Argentina.
Para mayor información:
www.oramos.com.ar/es/40dias/
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