Desde los inicios de la iglesia los cristianos adoptaron la costumbre de reunirse el primer día de la semana para celebrar la resurrección de Jesús. Un encuentro sencillo y gozoso cuya actividad principal era compartir el pan y el vino como recordatorio del triunfo del Señor sobre la Cruz. Además de las conocidas historias de la tumba vacía y del encuentro de Jesús con María Magdalena, “ese mismo día” Jesús se unió a los dos discípulos que iban camino de Emaús (Lucas 4:13) y se presentó entre los discípulos que estaban reunidos en Jerusalén a puertas cerradas “por miedo a los judíos” (Juan 20:19). Así pues, se le dio el nombre de “el día del Señor” porque era el día de su victoria y, por lo tanto, día de victoria para todos aquellos que creían en él.
A lo largo de los siglos, sin embargo, esta práctica se convirtió en objeto de diferentes interpretaciones que hicieron del domingo el centro de conflictivas discusiones. Por si las discusiones teológicas fueran poco, la creciente secularización del domingo contribuyó en gran manera a la confusión y el desconocimiento de muchos cristianos en cuanto a la naturaleza del primer día de la semana. Que pasó de ser un día de celebración y comunión en la iglesia a convertirse en una simple jornada de descanso laboral.
Al mismo tiempo que en la sociedad en general el domingo continuará secularizándose, dentro de la iglesia misma cobrará mayor y más profundo significado… mientras menos se respete el domingo en la sociedad, más vendrá a ser fuente de fuerza e inspiración para quienes creen.
A partir de sus amplios conocimientos sobre historia del cristianismo, en Breve historia del domingo Justo L. González no solo trazó los orígenes del primer día de la semana, lo que los cristianos piensan acerca del mismo y cómo lo observaron a través de los siglos, sino que también ayuda a comprender y renovar el significado actual del domingo sobre la base de su propósito original.
El objetivo del Dr. González es empujar al lector a descubrir el modo en que la iglesia antigua entendía el domingo en aquellos tiempos desfavorables. Este estudio puede ayudar e inspirar en la actualidad, donde la creciente indiferencia e incluso animosidad frente al cristianismo se asemeja a la sufrida por los primeros cristianos. “Al mismo tiempo que en la sociedad en general el domingo continuará secularizándose, dentro de la iglesia misma cobrará mayor y más profundo significado… mientras menos se respete el domingo en la sociedad, más vendrá a ser fuente de fuerza e inspiración para quienes creen”, aseguró el autor.
Conforme el lector pase las páginas y lea las palabras de este libro, encontrará un obsequio inesperado: el regalo de descubrir el gozo del domingo tal como los primeros cristianos lo veían y celebraban. Como también el don de entender el proceso mediante el cual aquel día de gozo y celebración vino a ser primero un día de descanso y luego de austeridad.
El conocimiento renovado y fresco de la naturaleza del primer día de la semana que brinda el libro Breve historia del domingo ayudará a considerarlo bajo su intención original. Es decir, como día de la resurrección, como el principio de la nueva creación y como el anuncio de la consumación final.
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